Cuando la ansiedad se convierte en tu compañera de vida
Si has llegado hasta aquí, es probable que la ansiedad se haya vuelto una presencia constante en tu día a día. Tal vez ni siquiera recuerdas cómo era sentirte en calma porque, aunque haya momentos en los que todo parece estar bien, la sensación de inquietud nunca desaparece del todo.
A veces la ansiedad se siente como una presión en el pecho, otras veces como una mente hiperactiva que no te deja en paz. O tal vez la vives como una fatiga constante, un cansancio que no se alivia con el descanso. Puede que incluso hayas normalizado vivir en este estado de alerta, siempre anticipando problemas, evitando fallos y tratando de controlar cada detalle para no sentirte desbordado/a.
Tabla de contenidos
Y si eres perfeccionista y autoexigente, la ansiedad puede haberse convertido en una especie de «motor» que te impulsa a hacer más, a rendir mejor, a no permitirte descansar porque sientes que siempre queda algo por hacer.
Pero, ¿qué pasa cuando ese motor empieza a agotarte?
Si te sientes identificado/a con esto, quiero que sigas leyendo. La ansiedad no es un defecto ni un castigo, sino una señal de que hay algo en tu vida que necesita atención. Y muchas veces, ese «algo» tiene que ver con la forma en que te relacionas con tus emociones.
Las emociones no son el problema, sino cómo las gestionamos
A lo largo de nuestra vida, aprendemos qué hacer con nuestras emociones. A veces nos enseñan que ciertas emociones son “buenas” (alegría, entusiasmo, amor) y otras son “malas” o indeseables (miedo, enfado, tristeza).
Tal vez de pequeño/a escuchaste frases como:
🗣️ «No llores, que no es para tanto.»
🗣️ «No te enfades, tienes que ser fuerte.»
🗣️ «No tengas miedo, no pasa nada.»
Y sin darte cuenta, aprendiste que sentir ciertas emociones no estaba bien. Que la tristeza es debilidad, que el enfado es peligroso, que el miedo es irracional.
Pero aquí está el problema: las emociones no desaparecen solo porque las ignores. Lo que sí puede pasar es que se acumulen y, como una olla a presión, terminen manifestándose de otra manera… y esa manera, muchas veces, es la ansiedad.
Cuando reprimimos nuestras emociones, el cuerpo y la mente buscan una salida. Si te cuesta identificar cómo te sientes, si sueles decir “no sé qué me pasa” o si te notas constantemente tenso/a, puede que la ansiedad sea el resultado de esas emociones no expresadas.
¿Cómo se manifiesta la ansiedad emocional en el día a día?
🔹 Dudas constantes sobre si lo que sientes es válido o si estás exagerando.
🔹 Dificultad para decir “no”, porque priorizas a los demás antes que a ti.
🔹 Evitar conflictos a toda costa, incluso cuando algo te molesta.
🔹 Miedo a decepcionar, lo que te lleva a sobreesforzarte.
🔹 Sensación de insatisfacción, como si nunca fuera suficiente.
Y aquí es donde entra en juego el perfeccionismo.
El perfeccionismo y la autoexigencia como combustible para la ansiedad
El perfeccionismo no es solo querer hacer las cosas bien. Es sentir que debes hacerlo TODO bien, SIEMPRE. Es ponerte estándares altísimos y castigarte cada vez que sientes que no los cumples.
Si eres perfeccionista y autoexigente, es probable que:
🔹 Te cueste delegar porque “nadie lo hace como tú”.
🔹 Te critiques constantemente por no estar a la altura.
🔹 Te sientas en un estado de “alerta” constante.
🔹 Evites tomar decisiones por miedo a equivocarte.
🔹 Te exijas más cuando las cosas no salen como esperabas.
Lo que muchas personas no saben es que detrás del perfeccionismo suele haber un miedo profundo: miedo al rechazo, miedo a fallar, miedo a no ser suficiente.
El problema es que el perfeccionismo y la ansiedad se alimentan entre sí. Cuanto más te exiges, más ansioso/a te sientes, y cuanto más ansioso/a estás, más sientes que necesitas demostrar tu valía. Es un círculo vicioso que puede llegar a ser agotador.
¿Cómo empezar a gestionar la ansiedad de otra manera?
Si la ansiedad ha tomado el control de tu vida, quiero que sepas que hay formas de empezar a romper este ciclo. Aquí te comparto algunos pasos:
1️⃣ Aprende a escuchar lo que sientes en lugar de huir de ello
La ansiedad muchas veces es una emoción que intenta comunicarte algo. En lugar de luchar contra ella, pregúntate:
🔹 ¿Qué estoy sintiendo realmente?
🔹 ¿Qué emoción estoy tratando de evitar?
🔹 ¿Qué me dice mi cuerpo?
A veces la ansiedad no es otra cosa que tristeza contenida, enfado reprimido o miedo no reconocido.
2️⃣ Cuestiona tu autoexigencia
Pregúntate:
🔹 ¿De dónde viene esta necesidad de control?
🔹 ¿Realmente necesito hacer esto perfecto o es una exigencia interna?
🔹 ¿Qué me pasaría si bajo el ritmo?
A veces, soltar el perfeccionismo da más miedo que mantenerlo, pero aprender a convivir con la imperfección es liberador.
3️⃣ Permítete sentir (sí, incluso lo que te incomoda)
Aceptar tus emociones no significa rendirte ante ellas, sino dejar de pelear contra lo inevitable. Puedes sentir miedo y aún así avanzar. Puedes estar triste y aún así cuidar de ti.
4️⃣ Pide ayuda si la necesitas
No tienes que resolverlo todo solo/a. La ansiedad no es solo un problema de «gestión del estrés», muchas veces tiene raíces profundas en la forma en la que hemos aprendido a relacionarnos con nuestras emociones, nuestra historia personal y nuestras experiencias pasadas.
Un proceso de terapia puede ayudarte a entender qué está pasando dentro de ti, a gestionar lo que sientes sin que te desborde y a encontrar un nuevo equilibrio en tu vida.
No tienes que seguir en guerra contigo mismo/a
Si algo quiero que te lleves de este artículo es esto: la ansiedad no significa que hay algo mal en ti. Es una señal de que hay algo que necesita ser atendido con más compasión y menos juicio.
Si sientes que la ansiedad y la autoexigencia te están limitando, podemos ayudarte. En nuestro equipo de psicología trabajamos contigo desde la comprensión y el respeto, sin juicios, para que puedas recuperar la calma y aprender a vivir con más libertad.
🌿 Agenda tu sesión aquí y empieza a hacer las paces con tus emociones. Porque mereces vivir sin miedo a lo que sientes.