Tabla de contenidos
Si eres una persona que se deja la piel en lo que hace, que se exige, que lidera proyectos, que asume muchas responsabilidades… quizá te suene esto:
Antes de enviar un correo importante, revisas tres veces.
Antes de lanzar una idea, te entran dudas.
Antes de tomar una decisión, sientes un nudo en el estómago.
Y, al final, acabas retrasando pasos que sabes que necesitas dar.
No es flojera. No es falta de ganas.
Es miedo a equivocarte.
En muchas personas exigentes, emprendedoras o con un estilo de vida de alto rendimiento, aparece un patrón muy particular: La sensación de que cometer un error sería casi imperdonable. Y ese temor, que empieza siendo pequeño, se va expandiendo hasta convertirse en bloqueo, ansiedad, evitación o revisión compulsiva de cada detalle.
A este patrón se le conoce como atiquifobia: El miedo intenso y persistente a fallar, equivocarse o no hacerlo “como se supone que debería hacerse”.
La atiquifobia no es simple nerviosismo ni un rasgo pasajero. Es un conjunto de respuestas aprendidas que se repiten ante determinados contextos y que, cuando no se trabajan, terminan condicionando tu vida personal, profesional y emocional.
La buena noticia: tiene tratamiento psicológico eficaz.
Y no desde frases vacías tipo “deja de tener miedo” o “equivocarte está bien”, sino desde herramientas claras, basadas en evidencia, que te ayudan a entender qué está manteniendo este miedo, qué función cumple, y cómo construir nuevas formas de actuar sin vivir con la presión constante de “no fallar nunca”.
En este artículo encontrarás una guía completa para comprender qué es la atiquifobia, cómo se manifiesta, qué causas la explican, qué consecuencias tiene y cómo puedes empezar a superarla desde un enfoque serio y humano.
Si estás cansado de vivir en tensión, de exigirte hasta el límite y de sentir que equivocarte sería un desastre… quédate. Aquí empieza un camino más ligero.
¿Qué es la atiquifobia?
La atiquifobia se refiere al miedo irracional e intenso a equivocarse. No es simplemente “no querer fallar” —eso nos pasa a todos—, sino un patrón donde la sola posibilidad de cometer un error activa ansiedad, evitación y un nivel de exigencia que puede llegar a ser inasumible.
Desde un enfoque conductual-contextual, entendemos la atiquifobia como un conjunto de respuestas aprendidas que se activan ante situaciones asociadas con la idea de “hacerlo mal”. Estas respuestas suelen incluir:
- activación fisiológica (tensión, nudo en el estómago, respiración acelerada),
- pensamientos anticipatorios que exageran posibles consecuencias negativas,
- conductas de evitación (posponer, revisar en exceso, no decidir),
- y reglas internas rígidas (“tengo que hacerlo perfecto”, “no puedo fallar”, “si fallo, se acaba todo”).
No aparece de la nada. Se construye a lo largo del tiempo:
a través de historias personales, experiencias previas, críticas, mensajes culturales y dinámicas familiares donde equivocarse tenía consecuencias aversivas o vividas como peligrosas.
La atiquifobia puede afectar a cualquier persona, pero es especialmente frecuente en perfiles con:
- alta responsabilidad,
- proyectos propios,
- carreras exigentes,
- entornos competitivos,
- o historias personales marcadas por la autoexigencia.
¿Es lo mismo que el miedo al fracaso?
No exactamente.
El miedo al fracaso es más global e incluye la idea de “no conseguir un objetivo”.
La atiquifobia, en cambio:
- se centra específicamente en el miedo a cometer errores,
- se acompaña de autoexigencia extrema,
- puede generar perfeccionismo rígido,
- y tiende a provocar evitación de cualquier tarea que implique riesgo de equivocación.
Es decir:
👉 La atiquifobia es el miedo al error llevado al extremo.
No buscas hacerlo bien: Buscas no fallar nunca.
Síntomas de la atiquifobia
La atiquifobia afecta al cuerpo y a la mente, es decir, a la conducta. Muchas personas la confunden con “manías” o “perfeccionismo”, pero en realidad es un patrón conductual aprendido que limita la vida.
Síntomas emocionales
- Ansiedad anticipatoria
Antes de empezar una tarea ya sientes tensión, miedo o malestar. - Miedo intenso a recibir críticas
No solo te incomodan: te aterran. - Sensación de no ser suficiente
Da igual cuántos logros tengas: sigue apareciendo la sensación de insuficiencia.
Estos síntomas suelen intensificarse justo antes de una entrega, una decisión o un reto nuevo.
Síntomas cognitivos
- Pensamientos negativos sobre el rendimiento
“Seguro que lo hago mal”, “se van a dar cuenta”. - Dudas constantes
Revisar mentalmente cada paso, buscar garantías absolutas. - Exigencia por alcanzar estándares imposibles
Reglas internas como “si no es perfecto, no sirve”.
Desde el análisis funcional de la conducta, estos pensamientos funcionan como señales que empujan a la evitación o al control excesivo. Lo que a corto plazo proporciona una sensación de calma, pero a largo plazo produce mucha más ansiedad y miedo a fallar.
Síntomas conductuales
- Procrastinación
Posponer no por pereza, sino por miedo. - Evitación de tareas nuevas o desafiantes
Aunque realmente quieras hacerlas. - Revisión excesiva de cada acción
Comprobar, corregir, volver a comprobar.
Estas conductas ofrecen alivio momentáneo, pero mantienen el problema a largo plazo.
Causas de la atiquifobia
La atiquifobia es multifactorial: Aparece por una combinación de historia personal, aprendizajes y contextos exigentes.
Factores personales
- Baja autoestima o mala relación contigo mismo
Cuando tu valor personal se limita a tu rendimiento, fallar se vuelve muy peligroso. - Experiencias pasadas de fracaso vividas como traumáticas
Ridiculización, castigos, humillación o consecuencias intensas ante errores. - Creencias rígidas sobre lo que “está bien o mal”
Reglas internas inflexibles que no admiten matices.
Factores externos
- Críticas frecuentes en la infancia
Comentarios sobre rendimiento, notas, comportamiento o apariencia. - Entornos exigentes (familia, escuela, trabajo, deporte)
Donde parece que solo existe “hacerlo perfecto o no hacerlo”. - Comparación social constante
Redes sociales, cultura del éxito, presión por destacar.
Todos estos factores contribuyen a que ciertas situaciones se conviertan en estímulos que disparan el miedo a equivocarte.
Consecuencias de vivir con atiquifobia
Vivir con miedo constante a equivocarte es agotador. Y, a largo plazo, afecta casi todas las áreas de la vida.
En la vida personal
- Bloqueo ante decisiones
Elegir se convierte en una amenaza: “¿y si me equivoco?”. - Dificultad para disfrutar actividades nuevas
No te permites probar por miedo a no hacerlo bien.
Con el tiempo, la vida se va encogiendo. Se reduce la espontaneidad, el juego y el disfrute.
En la vida profesional
- Estancamiento laboral
Evitar cambios, promociones o nuevos retos. - Temor a responsabilidades
Cualquier error potencial se siente como un riesgo enorme. - Pérdida de oportunidades por evitación
No aplicar, no lanzar, no decidir… por miedo a fallar.
Todo esto afecta al rendimiento, a la creatividad y al bienestar psicológico.
Cómo superar la atiquifobia
Superar la atiquifobia no implica “dejar de tener miedo”, sino aprender nuevas formas de relacionarte con él. Desde la psicología basada en evidencia (TCC, ACT y análisis funcional), trabajamos tres grandes bloques: Flexibilidad, autoestima y exposición.
Replantear la relación con el error
- Ver el error como parte del aprendizaje
Nadie aprende sin equivocarse de vez en cuando. Lo contrario sería inhumano. - Reducir expectativas rígidas
Ajustar estándares no significa bajar el nivel: Significa cuidar tu salud primero.
✍ ️ Ejercicio: identifica un error reciente y escribe qué aprendiste realmente de él (no lo que te criticaste).
Trabajo en autoestima (desde el enfoque contextual)
- Autocompasión
No es indulgencia, es tratarte con humanidad cuando algo te duele. - Validación interna en vez de externa
Reconocer tus avances sin depender del juicio ajeno.
✍ ️ Ejercicio: registra cada día tres acciones que reflejen tus valores, no tus resultados.
Técnicas psicológicas efectivas
- Terapia cognitivo-conductual
Para cuestionar reglas internas rígidas y manejar tus pensamientos anticipatorios de manera más amable contigo mismo. - Exposición gradual al error
Acciones pequeñas, imperfectas, controladas:
- enviar un email sin revisarlo diez veces,
- grabar un vídeo sin repetirlo mil veces,
- delegar algo sencillo,
- entregar una versión “suficiente”, no perfecta.
- enviar un email sin revisarlo diez veces,
- Reestructuración de pensamientos distorsionados
Identificar sesgos como catastrofismo, sobregeneralización o lectura del pensamiento. Cuestionarlos. Y cambiar la relación con ellos para que dejen de limitarte. - Mindfulness para reducir la ansiedad
Ejercitar tu capacidad de atender al presente para aprender a sostener la activación sin necesidad de evitar cuando aparece el malestar.
El objetivo es que aprendas a actuar aunque haya incomodidad, sin quedar atrapado en la espiral del “tengo que hacerlo perfecto”.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Puedes plantearte buscar acompañamiento psicológico si experimentas:
- ansiedad intensa en tareas sencillas,
- bloqueo constante,
- procrastinación que afecta tu rendimiento,
- evitación repetida de oportunidades importantes,
- sensación de insuficiencia permanente,
- o impacto significativo en tu trabajo, relaciones o bienestar general.
La terapia no es para cuando “no puedes más”.
Es para cuando quieres entenderte mejor y vivir con menos presión interna.
Terapia online para tratar la atiquifobia
La terapia online es cómoda, flexible y completamente válida para trabajar la atiquifobia. Permite realizar un acompañamiento profundo y personalizado sin renunciar al rigor clínico.
En Turbón Psicología trabajamos desde un enfoque contextual y funcional:
- analizamos tu historia y tus patrones,
- identificamos qué función cumple tu autoexigencia,
- intervenimos sobre pensamiento, emoción y conducta,
- y construimos contigo estrategias realistas para avanzar sin vivir en tensión constante.
Es un proceso humano, cercano y profesional. Sin recetas mágicas. Sin pseudociencia. Sin simplificaciones. Un trabajo serio para recuperar libertad y calidad de vida.
Conclusión
La atiquifobia no es una parte fija de tu personalidad. Es un patrón aprendido, reforzado y mantenido durante años… y eso significa que puede modificarse. Trabajar este miedo no implica rendirte, ni bajar tus estándares. Significa dejar de vivir en alerta, permitirte respirar y avanzar sin que cada decisión sea un examen.
Puedes aprender a equivocarte sin hundirte.
Puedes actuar sin revisar veinte veces.
Puedes soltar un poco la exigencia sin perder profesionalidad.
Puedes moverte con más calma, más claridad y más seguridad interna.
Si este miedo te limita, hay alternativa. Hay herramientas. Y hay un camino posible hacia una vida más ligera.
Cuando quieras, aquí tienes un espacio seguro para empezar a recorrerlo.


